Una creencia es el sentimiento, una afirmación personal de que es cierto determinada cosa. Las creencias afectan a la percepción que tenemos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.
Las creencias no son dadas en la mayoría de los casos por otras personas y sobre todo en nuestra infancia: por nuestros abuelos y padres, por las personas que nos educan en las escuelas y colegios, por nuestros amigos y por los medios de comunicación. Posteriormente las confirmamos a través de nuestras vivencias y finalmente las vivimos como una gran verdad que es nuestra. Muchas creencias están escondidas en nuestro inconsciente y tienen una influencia extraordinaria en nuestra vida.
Mientras son creencias potenciadoras del tipo … “la vida es bella”, “soy muy bueno en aquello”, “la gente es amable” … todo está bien. Entonces las creencias nos ayudan a sacar lo mejor de nosotros.
Pero todo cambia cuando se trata de creencias limitantes. Entonces nos impiden ser quienes somos y nos hacen imposible afrontar determinadas situaciones. Ejemplos: “no se puede confiar en nadie”, “tengo que aguantar al máximo aunque lo paso muy mal”, “no me merezco tal cosa”, “en nuestra familia siempre tenemos mala suerte” …
En la vida muchas veces nos limitan nuestras creencias y no la realidad. Lo difícil es darte de cuenta de esto. Ya he explicado que las creencias no son nuestras, y por lo tanto hay que devolver aquellas que son limitantes a las personas de donde vienen … Un ejemplo:
Querido abuelo,
Hace ya muchos años que no estás con nosotros, pero aún te siento tan cerca. Siempre me dijiste cuando pequeño que en la familia no tenemos talento para la música. Me dijiste que ni probaría ya que estaba destinado a fallar. Mis padres nunca aceptaron que tocaba algun instrumento. No sé que te pasó para que pensarás así, querido abuelo … ¿Quizás simplemente te pasarán a ti la creencia tal como has hecho con mi padre y conmigo? … en todo caso he decidido devolvérte hoy tu creencia.
Mañana apuntaré mi hijo a clase de guitarra. Ayer cuando me lo pidió, estaba al punto de decirlo que no tenía talento para la música … pero su mirada llena de ilusión me hizo cambiar de idea. ¿Y sabes qué? También yo me voy a apuntar para clases de guitarra. Quiero descubrir yo mismo si tengo talento para la música.
Solamente te querría decir esto, abuelo. Un abrazo!
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